La vida diaria en los refugios para migrantes en Ciudad Juárez

Staff / Redacción febrero 2, 2024


CIUDAD JUÁREZ, MÉXICO — En los refugios para migrantes de Ciudad Juárez, México, la espera se convierte en una rutina diaria para aquellos que aguardan su oportunidad de cruzar a Estados Unidos. En medio de la incertidumbre, niños y adultos han tejido lazos de comunidad, compartiendo responsabilidades y tareas para hacer más llevadero el tiempo de espera.

Ali Sánchez, una migrante venezolana de 28 años, comparte su día a día en el albergue El Buen Samaritano. Cada mañana, junto a María, una migrante mexicana, se encarga de preparar el desayuno para los 30 residentes del refugio. Ambas mujeres, que se conocieron en este lugar, han forjado una amistad mientras esperan su oportunidad para cruzar la frontera.

La vida en el refugio se ha convertido en una comunidad donde las responsabilidades se comparten, y cada uno contribuye de manera voluntaria a cambio de los servicios proporcionados. A pesar de las dificultades, la solidaridad y el apoyo mutuo han creado un ambiente donde niños y adultos encuentran consuelo en la espera.

Durante nuestra visita al refugio, presenciamos cómo el comedor, antes vacío, se transformó en un espacio comunitario donde los niños disfrutaron del desayuno y de la presencia de periodistas. La rutina diaria se vio interrumpida por un momento de juego, proporcionando a los pequeños migrantes un respiro en medio de su travesía.

El pastor Juan Fierro García, encargado del albergue, destacó la importancia de brindar apoyo psicológico, ayuda espiritual y educación a los migrantes, especialmente a los niños. A pesar de la disminución actual en la cantidad de residentes, se mantiene la atención y el compromiso ante la posibilidad de un nuevo aumento en los flujos migratorios.

En este lugar, más que un refugio temporal, se busca que los migrantes se sientan en casa, superando el miedo inicial y construyendo una comunidad donde encuentren seguridad y oportunidades para un futuro mejor.

La espera en los refugios de Ciudad Juárez no solo es una cuestión de tiempo, sino también de construir lazos humanos en medio de la incertidumbre y la esperanza de un nuevo comienzo en Estados Unidos.