Salvoconducto o extorsión: las dos opciones para migrantes irregulares en tránsito hacia EEUU

Staff / Redacción octubre 9, 2023

El salvoconducto es un permiso temporal de tránsito, que les permite a los migrantes irregulares atravesar un país sin que las autoridades los extorsionen o los amenacen con deportarlos. Países como Honduras y México otorgan el beneficio. Guatemala y Nicaragua no.

ESQUIPULAS, GUATEMALA — El recorrido de la ruta migrante está lleno de obstáculos: desde los riesgos de perder la vida hasta la amenaza de ser deportados. El primero de los peligros logra ser sorteado por algunos migrantes. El segundo es una amenaza latente que puede librarse de dos maneras: con dinero o con un salvoconducto.

El salvoconducto es un permiso temporal de tránsito. Con este documento los migrantes irregulares consiguen atravesar el país emisor sin que las autoridades los extorsionen o los amenacen con deportarlos. Una vez los migrantes muestran el permiso, la policía migratoria no tiene objeción y les permiten avanzar. En los países que no les ofrecen salvoconducto, los migrantes viven extorsiones y deportaciones.

Laura, una migrante de 23 años que llegó a Esquipulas, Guatemala, desde Venezuela, contó su experiencia: “El salvoconducto es un beneficio para nosotros. En Honduras nos lo dieron por cinco días y ningún policía nos pidió dinero a cambio de dejarnos seguir. Solo lo muestras sin dárselos, y ellos ya saben que no pueden deportarnos ni pedirnos dinero”.

La joven, que solicitó no ser identificada por razones de seguridad, recorrió junto a otros familiares seis países para llegar hasta Guatemala. En la mayoría no tuvo la opción de optar por un salvoconducto, excepto en Honduras, con el que pudo llegar hasta la frontera con Guatemala sin problemas. En el resto de los países pagó el precio de la extorsión.

La travesía de Laura comenzó en su natal Venezuela a mediados de agosto. Primero cruzó la selva del Darién, donde fue víctima de extorsión por parte de supuestos grupos guerrilleros adentrados en la selva. Luego, tras pagar un brazalete logró llegar hasta el lado panameño de la selva, donde otro grupo criminal le exigió dinero a cambio de dejarla continuar hasta el primer refugio: San Vicente, en Panamá.